Como decía el sábado (al final del post), estas navidades los abuelos de Salva nos regalaron un lavavajillas. Tenía pendiente postear algunas fotos del viejo, para que veáis qué hemos estado sufriendo durante casi 3 meses.

Cuando nos pillamos el piso, en principio venía totalmente amueblado y equipado. Las veces que lo habíamos visto antes de que lo terminaran, todavía había obreros trabajando (en la terraza), y cuando el dueño (el señor MasterCard) nos enseñaba la cocina nos decía que el lavavajillas y la nevera (muy roñosos, el lavavajillas oxidado, la nevera amarillenta…) eran para los de la obra, que luego nos pondrían unos nuevos. La nevera vale, así podrían tener bebidas frescas, pero siempre me pregunté para qué querrían un lavavajillas unos obreros… Otro día, cuando ya estaba acabado del todo, volvimos a verlo, y esta vez nos lo enseñó la señora MasterCard; abrió la nevera y nos dijo que aunque las gomas estaban amarillas, no era sucio ni nada… aquí ya saltaron las alarmas, y preguntamos “ah, pero ésta es la nevera que irá aquí?”, y ella “claro!”. El lavavajillas también nos dijo que era bueno (un Bosch… será buena marca, pero era viejísimo!), aunque no lo abrió ni se nos ocurrió abrirlo (la novatada…). Además, pese a que su marido siempre nos había dicho que en la terraza irían la lavadora y la secadora (en una galería, claro), ella nos dijo que sólo pondrían lavadora.

Nada más despedirnos fuimos a hablar con el marido (tiene un establecimiento cercano) y le dijimos que no nos parecía correcto que dejaran aquella nevera y aquel lavavajillas, que nos había dicho que era provisional. El hombre rápidamente cedió con la nevera, no así con el lavavajillas. Mientras estábamos hablando con él, llegó la mujer, y se puso a defender la nevera, que no era sucio, que funcionaba bien… Él dijo que no pasaba nada, que a ellos les venía bien esa nevera para les golfes (el desván, ellos tienen un dúplex pero además un tercer piso que hace de trastero y tal). En cuanto a la secadora, dijo que por la diferencia de precio nos ponían una lavadora-secadora todo en uno, y así todos contentos (con el uso hemos descubierto que es un coñazo, pues tienes que meter la ropa a secar en dos partes, tarda bastante en secarse y no es fácilmente predecible, a veces le pones 90 minutos y la ropa sigue mojada y otras veces se seca en menos). Con el lavavajillas se negaron en redondo, según ellos funcionaba bien y no lo iban a cambiar por capricho. Nosotros ya no quisimos discutir más, le habíamos sacado la nevera y la secadora, el lavavajillas no podía ser tan malo… que no? Un día, cuando ya teníamos las llaves, lo abrimos y se nos cayó el alma al suelo. Los carros estaban llenos de varillas dobladas y oxidadas.

Óxido

Antes de mudarnos, solíamos pasar aquí los fines de semana, para ir arreglando cosas y pensar qué nos faltaba. Normalmente los 4 platos que usábamos los lavábamos a mano, pero un día que teníamos bastantes cosas pensamos que era buena idea probar el lavavajillas. Así que lo cargamos de platos, vasos, cubiertos, etc., pusimos la pastilla de jabón, cerramos, seleccionamos el programa, le dimos a la manecilla… y nada, aquello no hacía nada. Pues sí que funcionaba bien! En un primer momento nos alegramos, pues eso les obligaría a cambiarlo (antes de firmar el contrato se pusieron muy bordes con que la casa era nueva y todo era nuevo, y que si se estropeaba algo la responsabilidad era nuestra… y yo recalqué que vale, en lo nuevo sí, pero del lavavajillas y el horno, que no eran nuevos, se encargaban ellos), pero luego caímos en que probablemente bastaría con cambiar la manecilla.

Total, que avisamos a los dueños (Salva fue de buen rollo, en lugar de decir que no funcionaba dijo que no sabíamos cómo iba), les dejamos un juego de llaves, y como luego no sé por qué no nos iba bien pasar a recogerlas, fue la madre de Salva. Le dieron las llaves… y le querían cobrar 40 euros! Le explicaron que habíamos cambiado no sé qué y que nos habíamos cargado nosotros la manecilla. Mi suegra, claro, le dijo que ella no sabía nada y que lo hablaran con nosotros. Todo esto me lo explicó por teléfono, no nos había defendido más porque ella no sabía seguro si nosotros habíamos cambiado algo, pero cuando le dije que no, se enfureció. Además, me contó, le había dicho a la señora MasterCard que el lavavajillas estaba oxidado por dentro y que no le parecía decente que tuviéramos que quedarnos con él, y ella le había contestado… que si queríamos podíamos comprarnos unos carros nuevos, guardar los viejos y cuando dejáramos el piso volverlos a poner, pero que el aparato iba bien. Cuando me lo explicaba, yo flipaba.

Volviendo a los 40 euros, Salva fue a hablar con la señora MasterCard (pensamos que ir los 2 sería muy agresivo) y le preguntó qué pasaba, ella le explicó que habíamos cambiado el panelable (palabra que no habíamos oído en la vida) y que nos habíamos cargado la manecilla. Pero si ni siquiera habíamos usado el lavavajillas hasta esa vez! Pero si fuimos a verla porque no sabíamos usarlo! Después de un rato, la mujer vio que Salva no tenía ni idea y que probablemente se la hubieran cargado los de la mudanza, y le dijo que daba igual. Pero de esta situación extraigo 2 reflexiones: primero, los MasterCard van a mala leche porque presuponen nuestra culpabilidad, en lugar de venir y preguntar “habéis tocado algo en el lavavajillas?”; y segundo, si nos van a hacer pagar la reparación, quizás deberían preguntarnos primero si queremos repararlo, porque en este caso era poco dinero, pero con los años que tiene el aparato no hubiera sido nada rara una avería de mayores dimensiones. Si tengo que pagar por una máquina que no quiero… apaga y vámonos!

Pero lo peor todavía no había llegado, al fin y al cabo no habíamos tenido ocasión de probar lo bien que iba el lavavajillas. La misma situación que la otra vez: lo cargamos de platos, vasos, cubiertos, etc., pusimos la pastilla de jabón, cerramos, seleccionamos el programa, le dimos a la manecilla… funcionaba! Después de una hora, la manecilla seguía indicando que llevaba un tercio de programa. Nos pareció raro, y le dimos un empujoncito. Un rato más tarde, llevaba 2 tercios, y se quedó así otro rato… otro empujoncito! Por fin acabó, abrimos la puerta… y tuvimos que volver a lavar (a mano) la mayoría de cosas, pues todas tenían algo: jabón pegado, un poquito de óxido, algo de comida… Y la cosa no ha cambiado con el tiempo, así que acabábamos maldiciendo al lavavajillas cada vez que lo poníamos. Podéis imaginar nuestra alegría cuando nos llamaron los abuelos de Salva y nos dijeron cuál sería su regalo de navidad 🙂

Como no viven por aquí, nos dieron un dinero y lo compramos nosotros. Nuestro primer contacto con el mundo de los lavavajillas fue en La Maquinista, y por fin aprendimos el significado de panelable (es la fachada de un electrodoméstico; algunos pueden integrarse en los muebles de la cocina, de manera que a simple vista todos los electrodomésticos parecen armarios corrientes). Primero al Carrefour, donde había poca cosa, después al MediaMarkt, donde creen que explicar las características de un producto y las diferencias entre productos similares significa leer la etiqueta que los acompaña… Y finalmente a Miró, donde íbamos por mirar ya que tiene fama de caro. Pero aquí fue donde nos atendieron mejor, el dependiente nos explicó las características de algunos lavavajillas, la diferencia entre media carga y carga variable, y otros términos del campo de los lavavajillas, e incluso nos recomendó uno que no era el más caro! Seguimos mirando en más sitios, pero nos habíamos enamorado del que nos habían enseñado en Miró y no lo veíamos en otras tiendas. Al final lo encontramos en un par de tiendas de Mataró, entre ellas otra Miró, aunque era más caro porque en La Maquinista estaban de aniversario y tenían un 10% de descuento, así que acabamos comprándolo en La Maquinista.

Fuimos el día 28 de diciembre, pensando que como la semana siguiente yo todavía estaba de vacaciones, podían traerlo cualquier día (según el vendedor que nos atendió el primer día, lo instalarían, nos explicarían cómo funcionaba y se llevarían el viejo… aunque en este caso habría que devolvérselo al dueño), pero se empeñaron tanto en traerlo al día siguiente, que incluso se barajó la posibilidad de que nos lo trajeran de la tienda de Mataró. Hubiera sido una ironía si lo hubiesen traído desde aquí al lado, pero al final vino de Barcelona. Nos dieron un margen de 10 a 16h, yo aproveché la mañana para hacerle algunas fotos de despedida a nuestro pequeño roñosito, a las 14h nadie había venido y un poco más tarde nos llamó el transportista diciendo que hasta las 15:45h no podía venir.

A esa hora por fin se presentan 2 operarios, suben el aparato, empiezan a vaciar el armario de debajo de la pica (el lavavajillas está al lado) sin pedir permiso ni nada, les pregunto si necesitan algo y me ignoran, y de repente me dicen que no pueden instalarlo. Cómorr? Me dicen algo de que no hay espacio, y que tenemos que hacer un agujero en el mueble, y yo no entiendo nada, les pregunto por qué, y me dicen “el tubo, el tubo, no cabe”, les pregunto cómo estaba conectado el antiguo y me dicen “ahí han hecho un apaño, lo tendremos que cortar para sacarlo”…

Casi sin esperar confirmación los tíos cortan el tubo del viejo y lo sacan de su sitio. Ya se lo van a llevar, pero les digo que no es para tirar, hay que devolvérselo a la vecina, que ahora baja a por él (la habíamos avisado cuando llegaron). Lo dejan en el rellano, vuelven a entrar, y 2 minutos más tarde, hacen ademán de irse. Les pregunto (extrañada por la rapidez) si ya está instalado, y me responden como si fuera tonta que no, claro, ellos no pueden hacer el agujero. Pero a ver, la instalación no estaba incluida en el precio? Sí, claro, pero ellos no pueden agujerear el mueble y sin el agujero no pueden instalarlo. Pero me dicen que es muy fácil: un tubito enroscado por aquí, otro tubito metido por allá y el enchufe, y listo. Ya están saliendo por la puerta (parece que tienen prisa) y empiezan a bajar las escaleras, cuando sale nuestra casera del ascensor, les llamamos para que le ayuden a subirlo y vuelven de mala gana, les decimos que son 5 minutos y acceden, pero como si nos hicieran un favor (pero si en teoría tenían que llevárselo!!!).

Le explicamos lo que pasa a la señora MasterCard y ella, aunque extrañada, nos da permiso para hacer el agujero. Bajamos al piso, nos ponemos a mirar la situación, y vemos que efectivamente, no hay un agujero… hay todo un pasillo entre los dos muebles para pasar cables y tubos… hasta un gato podría vivir allí! Alucinados, llamamos a la tienda de La Maquinista para reclamar, pero no nos dan ninguna solución, y como al día siguiente nos vamos a La Molina, decidimos intentar instalarlo nosotros. Al final no resulta difícil, es tal como nos han explicado los operarios (el tubito enroscado era la toma de agua y el otro tubito, el desagüe), surgen algunas dudas de novatos (el primer lavavajillas que he usado en mi vida ha sido el roñoso) respecto a la puesta en marcha que solucionamos llamando a la experta de la familia (mi suegra :P)… Pero lo mejor viene cuando lo encendemos, lo programamos, le damos al botón, empieza a funcionar… y al cabo de unos minutos nos damos cuenta de que no hace nada de ruido (es silencioso pero no tanto!), vamos a ver, y la pantalla muestra un error. Lo miramos en el manual, y lo que le falta es… agua. Los operarios han cerrado la llave de paso para sacar el tubo, y nosotros hemos olvidado volver a abrirla! Somos unos instaladores de pacotilla…

Cuando al fin terminó el programa de lavado, nos maravilló que todos los platos salieran relucientes, y que pudiéramos pasarlo todo desde el lavavajillas hasta el armario correspondiente, sin tener que pasar por la pica por un relavado. Y así seguimos, maravillados. Tiene detalles chulos, como los tiradores de los carros, o que el carro superior tiene 2 alturas regulables con un simple movimiento, pero lo que más mola es que limpia. Así que… adiós roña, hola lavavajillas!

AdiósHola!

9 comentaris a “triste historia de un lavavajillas”

  1. Alexliam va dir...

    Joder con tus caseros. Mis padres son caseros también y jamas he visto que hagan algo así, es mas si lo hicieran los putearia. Aunque bueno, por experiencias de conocidos hay que admitir que la mayoría de los caseros son unos cabrones.

    Y lo de instalar un lavavajillas no es nada, como habeis comprobado, mi madre es una experta desde que los instaladores le dejaron tirada en las dos ocasiones que hemos comprado aparatos de estos xD

  2. luiseche va dir...

    Una pregunta si el piso es vuestro teneis que pedir permiso para hacer un butrón en un mueble??
    Un saludo me alegro de que se solucionase la odisea del lavavajillas.

  3. Elia va dir...

    Yo también vivo en un piso de alquiler, y cada vez que oigo historias como la vuestra, me doy cuenta de que mis caseros son unos benditos… En cuanto les dije que tenía problemas con la lavadora y el frigorífico, como ellos mismos reconocieron que eran viejos, no tardaron ni una semana en comprar unos nuevos y relucientes. Aunque claro, todo depende del contrato que se haya hecho.

    Saludos!

  4. Lady Madonna va dir...

    Alexliam, una vez nos pusimos a ello ya vimos que era facilísimo, pero claro, te pillan en bolas, sin tener ni idea ni de lavavajillas ni de cómo estaba instalado el antiguo, y te la cuelan. Qué rabia me dio! Veo que no soy la única a la que le ha tomado el pelo esta gentuza… Me alegro de que tus padres sean caseros ejemplares 😉

    luiseche, estamos de alquiler, hay que pedirle permiso al dueño para andar destrozando muebles 😛

    Elia, vaya si tienes suerte 😉 . En cuanto al contrato, en el nuestro pone que nosotros nos ocupamos de los desperfectos ocasionados por el uso, pero es normal, el piso es nuevo… y los electrodomésticos tienen garantía, excepto los que no son nuevos, claro… y por eso quedamos en que las reparaciones de estos últimos sería cosa suya. El problema viene cuando para ellos poner los platos en unos carros oxidados es lo más normal del mundo… (eso sí, en su nuevo dúplex se han comprado electrodomésticos nuevos… los viejos los repartieron entre los 2 pisos de alquiler :P)

    salu2

  5. luiseche va dir...

    aaa vale vale creia q era en propiedad. Por cierto lo de los lavavajillas debe ser un mal endemico, yo he tenido que desmontar entero por dentro el mio 3 veces porque pierde agua y aun no he encontrado donde. Asi que cada vez que lavamos algo en casa, fregona.Talueg!

  6. Lady Madonna va dir...

    Jaja, ya me imaginé que no sabías que estábamos de alquiler xDD

    Pues vaya plan, tener que sacar la fregona cada vez que usas el lavavajillas…

    salu2

  7. Children at your Feet » Arxius » wiiiii!!! va dir...

    […] sí al piso (alquilaban 2 en el edificio), y las negritas están para resaltar que, así como del lavavajillas nos deshicimos en un tres i no res sin ningún cargo de conciencia, con la tele nos da más […]

  8. Children at your Feet » Arxius » hipoteca, muchos hijos, incluso coche familiaaaaar! va dir...

    […] ya que nos ponemos, las pondremos con armario incorporado), también electrodomésticos (excepto el lavavajillas… en el nuevo piso hay horno, campana y vitrocerámica, pero habrá que comprobar si funcionan […]

  9. Emerson va dir...

    Yo creo que en muchos eldoerctome9sticos a veces te sale me1s rentable gastarte un poco me1s de dinero si luego van a suponer un gasto energe9tico menor, ya que no sf3lo va a ser mejor para el medioambiente, sino tambie9n para tu bolsillo, puede que te pese en el momento, pero hay que verlo como una inversif3n a largo plazo, en la que ahora pagas me1s para con el tiempo acabar pagando menos

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