Diferencia entre revisiones de «Jueves 3 de septiembre»
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* @verleh comenta que este día lo tenemos muy apurado. Pensar en mover cosas a otros días más descansados (bueno, como es el primer día, si no nos da tiempo a hacerlo todo siempre podemos replanificarlo in-situ). | * @verleh comenta que este día lo tenemos muy apurado. Pensar en mover cosas a otros días más descansados (bueno, como es el primer día, si no nos da tiempo a hacerlo todo siempre podemos replanificarlo in-situ). | ||
* Por lo visto hay un mercado de comida muy chulo: [http://sobre-japon.com/2009/04/14/la-cocina-de-kioto-es-el-mercado-nishiki/ Nishiki]. Lo dejo aquí como nota por ser el primer día de visita en Kyoto. | * Por lo visto hay un mercado de comida muy chulo: [http://sobre-japon.com/2009/04/14/la-cocina-de-kioto-es-el-mercado-nishiki/ Nishiki]. Lo dejo aquí como nota por ser el primer día de visita en Kyoto. | ||
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-- (Salva) Yo pillaría el abono caro de bus de un día, 1200 yenes, así vamos tranquilos puesto que no es nada claro las zonas que cubre el abono de bus de 500 yenes. | -- (Salva) Yo pillaría el abono caro de bus de un día, 1200 yenes, así vamos tranquilos puesto que no es nada claro las zonas que cubre el abono de bus de 500 yenes. |
Revisión del 12:39 23 ago 2009
Previously on...
- Miércoles 2 de septiembre (Día 6 TOKYO-KYOTO)
NOTAS
- Experiencias sacadas de un blog:
- ...visitar por la mañana el pabellón dorado (Kinkakuji) y alrededores. Me recomiendan que ignore el Ryoanji, famoso por su jardín zen, porque estos días está siempre petado de gente, y lo bonito del templo, que es sentarse y contemplar relajadamente dicho jardín, es algo casi imposible. A cambio me recomiendan el Myoshinji, muy cerquita del Ninnaji, y del cual vinieron encantados...
- bus nº101
- ...decido hacer caso de los consejos que me han dado esta mañana, y dejarlo para otra ocasión, quedándome en el bus que se dirige al Ninnaji... (después) me dirijo al Myoshinji...
- ...Lo siguiente es dirigirse a una cercana estación de la línea JR Sagano [...] En fin, hacemos transbordo en Nijo para coger el metro y bajar en la estación Higashiyama, en el tramo de la Sanjo Dori cercano al Santuario Heian... entro en las callejuelas de Gion
- @verleh comenta que este día lo tenemos muy apurado. Pensar en mover cosas a otros días más descansados (bueno, como es el primer día, si no nos da tiempo a hacerlo todo siempre podemos replanificarlo in-situ).
- Por lo visto hay un mercado de comida muy chulo: Nishiki. Lo dejo aquí como nota por ser el primer día de visita en Kyoto.
-- (Salva) Yo pillaría el abono caro de bus de un día, 1200 yenes, así vamos tranquilos puesto que no es nada claro las zonas que cubre el abono de bus de 500 yenes.
- Itinerario propuesto: Templos Norooeste, Nishiki y Gion.
- Trayecto del Hotel a Kinkakuji en bus: De Gojo (cerca del hotel) cogemos línea verde(101) dirección Kitaoji bus station hasta Horikawa Imadegawa o bien Senbon Kitakoji, transbordo a línea rosa (59) dirección Yamagoe Nakacho hasta parada Kinkajuki Mae.
- A pié hasta Ryoanji (1.5km a pié).
- A pié hasta Ninna-ji (1km a pié). (Podemos coger el bus, línea 59 si estamos cansados).
- Podemos pillar el metro e ir al mercado de comida de Nishiki, tenemos que ir a Shijo Station en la Karasuma Subway Line, el mercado está a 5 minutos a pié desde ahí. Ahí estamos en el centro y podemos comer algo.
KYOTO
A organizar
- Ginkakuji
- Kinkakuji
- Ryoanji
- Pabellón dorado
- Gion
EXPERIENCIA
Volvemos a la estación, compro la tarjeta ICOCA (una tarjeta electrónica de prepago que sirve para casi todos los trenes locales y metros de la región de Kansai), así evitamos sustos como el del metro de Nagoya, y rapiditos a coger la Nara Line, que nos deja en cinco minutitos en el Santuario de Fushimi Inari Taisha. Para quien no lo conozca, se trata de un santuario sintoísta ubicado en todo un monte, y a su vez dividido en otros subsantuarios, a los que se accede a través de una intrincada red de caminos, que varios de sus tramos están cubiertos por sucesiones de torii, que son una especie de arcos cuadrados típicos del shinto. ¿Recordáis la escena de Memorias de una Geisha, en la que Sayuri corre por una especie de pasillo naranja después de hacer una ofrenda? Eso es Fushimi Inari.
Entre subir y bajar se recorren unos cuatro kilómetros, árdua tarea que en el caso del que aquí suscribe casi ha sido misión imposible, porque huyendo de los escandalosos turistas que asomaban cada dos por tres, he tomado un camino que aparecía de repente y en lugar de estar cubierto por torii, cruza unos bellísimos bosques de bambú. Todo sería estupendo si no fuese porque, en el último tramo, hay que subir unas escaleras mal excavadas en el monte, empinadísimas e interminables.... momento en el que me he arrepentido de no haberme puesto en forma antes del viaje. Pero en fin, coronamos la cumbre, y con la satisfacción que se le queda a uno en el cuerpo, emprendemos la bajada, ahora sí, por el camino que toca, sin mayores sobresaltos... hasta que al llegar al final, mirando los souvenirs de una tienda, he pisado mal un escalón y... ¡¡¡H*STIA!!! El grito se debió oír en Murcia lo menos. Vaya caída más tonta, Sigo haciendo de las mías...
Pues nada, allá que nos volvemos a la estación, y antes de tomar el tren me compro un bento, que es una cajita con comida para llevar, muy típica de aquí. En mi caso lleva arroz con sésamo, pollo rebozado frito y trocitos de un encurtido que creo que es pimiento. No está mal, no señor, y por 500 yen tampoco es como para quejarse uno. Al regresar a Kyoto, doy una vuelta por la estación, en la que aprovecho para activar el JR pass, que se iniciará el martes 21, compro unos adaptadores para enchufe en el BIC Camera, que es como El Corte Inglés pero con productos electrónicos en el 90% de su género, y nada, al ryokan a dormir.
Antes se me ocurre encender el cacharro desde el que os escribo este rollo patatero, y veo que hay una débil señal Wifi por ahí... pero no es suficiente para darme servicio, por lo que me empiezo a mover por la habitación, hasta que finalmente descubro que si me siento en el pasillo, casi en la puerta, la señal es excelente. Pues bien, Funky la volvió a liar, ya que en eso que se le ocurre mirar el suelo.... y descubre que ha rayado el parquet, recién estrenado, con sus pantalones vaqueros. Pensando en cómo se lo voy a decir mañana a la dueña del ryokan, el sueño hace aparición y concluye la etapa de hoy.
Etapa: Primer despertar en Kyoto: ya no es un sueño, es toda una realidad
Lunes 20 de Octubre de 2008
Uuuuuuuuooaaaaaay!!!!
Aunque me he despertado a las 7h30, no he podido salir del ryokan antes de las 9, ya que entre cansado que estaba, (o que la pereza se ha apoderado del funky), y mil trastos que tenía que recoger por ahí (es lo tiene cuando llenas una maleta con casi el doble de su capacidad, probadlo y me contáis lo que sucede al abrirla). Una vez a punto, llega la fatídica hora de pasar por recepción.... porque si leísteis lo que pasó ayer al final del día, recordaréis que por lo visto me cargué el parquet del suelo recién estrenado. Pensando en mil excusas y preparándome para la bronca que me va a caer, parto en busca de Nobuko-san, mi anfitriona. Le pido por favor que me acompañe a la habitación, petición que no termina de entender, pero me sigue igual. Cuando el muestro el pastel, realmente no parece darle apenas importancia, incluso termina riendo al ver mi cara de preocupación... ¡Buff, menos mal!
Contento de que no ha sido nada, parto corriendo hacia la estación, que aunque está a diez minutitos escasos, he salido más tarde de lo previsto y tengo el planning del día un poco ajustado. Llegando a la terminal de autobuses, reparo en dos chicos que andan por la calle y hablan en español, fijándome en la cara de uno de ellos, que me resulta levemente familiar, pero especialmente me llaman la atención sus pantalones cortos. Miro en el panel y busco el andén donde para el bus nº100... la suerte ha querido que fuese el que tenía justo enfrente, y que además el bus estuviese a punto de llegar. Para el día de hoy tengo un pase especial que compré por 500 yen en la oficina de turismo y me da acceso ilimitado a la mayoría de líneas de la red urbana.
Nos paramos en el templo Sanjusangendo, y empezamos así las visitas del día. Tras descalzarme, entro en el recinto del mismo, el cual es tan sagrado que desgraciadamente no se puede tomar fotografías, y es una pena, porque es uno de los templos que más me han impresionado de Japón y que seguramente vuelva a visitar la próxima vez que pase por Kyoto. La iluminación tenue del lugar, y un fuerte (y a la vez agradable) olor a incienso, preparan nuestros sentidos para lo que nos vamos a encontrar al doblar la esquina: una sala alargada de gran longitud (de hecho es la construcción en madera más larga del mundo) en la que en uno de los laterales hay dispuestas ordenadamente 1001 representaciones casi idénticas de la diosa de la misericordia, Kannon, presididas en el centro por una gran escultura de la misma deidad, que realmente estremece al espectador, por su espectacularidad y belleza. Aprovecho la ocasión para adquirir un libro de caligrafía: presentándolo en los templos budistas y los santuarios sintoístas, por 300 yen los monjes nos dejarán el sello y escribirán con tinta china y pincel, los caracteres del lugar.
Una vez visitada la estancia, pasamos a explorar el exterior del edificio, donde sí que está permitido tomar fotografías, y nos encontramos con el típico grupito de chavales que van de excursión con el cole, con sus graciosos gorritos.
Vuelvo a la parada del bus, donde tomo de nuevo el 100, que es una de las tres líneas conocidas como raku, son líneas especiales que funcionan como las normales y al mismo precio, pero con la salvedad de que están enfocadas especialmente para el turismo, con lo que que rutas, paradas y horarios se amoldan a los principales puntos de interés de la ciudad. Nuestro destino es la zona de templos de Higashiyama, que es la franja montañosa que delimita el Este de Kyoto y además de importantes recintos religiosos, presenta unas deliciosas calles antiguas.
Llegamos a Kiyomizudera, no sin antes haber subido una empinada y larga cuesta (como si no hubiésemos tenido ya bastante ayer en Fushimi Inari), y alcanzamos uno de los principales reclamos de la ciudad, que como cabría suponer, se encuentra hasta los topes, haciendo la visita un poco incómoda. Tras pasar por sus principales zonas, incluido el famoso mirador suspendido a gran altura, observamos la fuente de agua sagrada que da nombre al templo. En eso que las tripas protestan, por lo que se me ocurre probar suerte en un pequeño restaurante que hay junto a la fuente. Bingo! por 600 yen me sirven un enorme bol de kitsune udon, que son unos fideos gruesos con caldo, aderezados por virutas de ajetes tiernos y una masa extraña que están increíblemente buenos.
Tras el tentempié, dejo atrás el templo y me sumerjo en la calle comercial del barrio... ¡en buena hora! me lo compraría todo, y encima para colmo los precios no son tan escandalosos como cabría suponer por la zona.... En fin, mucho me temo que volveré antes de dejar Kyoto. Seguimos por las antiguas y bellísimas calles Ninenzaka y Sanzanzaka, donde aparecen.... ¡dos geishas! pues no, son dos chicas disfrazadas, mi gozo en un pozo, pero bueno, la vista la han alegrado a base de bien. Pasamos por los templos Ryozen y Kodaiji, para seguir con nuestra ruta. Buscando el Santuario de Yasaka, que por estar a las puertas de Gion es el más frecuentado por las Geishas, me despisto y termino en el parque Maruyama, así que aprovecho la tranquilidad del lugar, y mientras me bebo una botellita de agua comprada en una de las tropecientas mil maquinitas que hay por todas partes, me pongo a escribir parte del blog de ayer. Con tal serenidad, cuesta creer que en Abril se monten unas juergas de escándalo (en las que estaría encantado de participar sin dudarlo) con con la excusa de observar la floración del cerezo.
Tras la pausa, ahora sí, llegamos al santuario, que a diferencia de los templos que hemos visto hoy no es budista, sino sintoísta, y ...... ¡oh! parece que ahora sí que nos encontramos ante dos geishas de verdad, y si no lo son, por lo menos dan más el pego que las otras dos. Realmente más que geishas, se trata de maikos, es decir, primerizas. Se las distingue, entre otras cosas, por los adornos y forma del cabello, y también lo llamativo de sus kimonos. Una de ellas me permite fotografiarla, con lo que ya he cumplido uno de los objetivos que los turistas se suelen plantear al visitar Kyoto.
Tomamos de nuevo el nº100, que nos deja bajo una gran torii gigante, antesala del santuario sintoísta Heian Jingu, posiblemente el más importante de la ciudad. Tras su visita, y viendo que aún es pronto, volvemos al bus para acudir al Nanzenji, donde recorremos parte de las instalaciones del complejo, destacando el pabellón Hojo, donde se encuentran las depencias del abad. A la salida de éste, se me ocurre subir un caminito que lleva a las zonas menos visitadas, que por lo menos más tranquilas estarán. De momento, nos encontramos otra vez con la paranoia de las toscas escaleras empinadas del bosque de Inari.... sólo a mí se me ocurre, como si no hubiese tenido bastante con la mega subida de ayer. Pues efectivamente, de nuevo la visita obtiene su recompensa, ya que nos encontramos con un templete y una serie de altares, que bien merecen la pena.... incluso subo a una cueva, y termino al final como ayer, internándome en el bosque, sólo que esta vez es más frondoso y me doy media vuelta... hasta que veo a una norteamericana detrás mío, quien me comenta que gracias a que me ha visto subir a la cueva la ha descubierto, y ya puestos me ha seguido a ver si encontrábamos algo más, y efectivamente así es, una cornisa en lo alto presidida por un altar adornado con flores.
Se acaba la visita y me lanzo al centro de Kyoto en metro, que el bus no para muy cerca. Cuando el tren está a punto de salir, oigo como llega desde los andenes música a base de shamisen, que es el típico instrumento de cuerda japonés que suelen tocar las geishas. Cada vez salimos de una estación, suena la misma música, hay que ver, ¡resulta que es el aviso de que el tren va a partir! Un detalle tan delicado sólo podrían tenerlo aquí en Kyoto. Dedico a pasar el resto de la tarde paseando por las calles peatonales cubiertas dedicadas al comercio, especialmente de moda, así como manga y souvenirs (a muy buen precio, por cierto), que hay entre Sanjo Dori y Shijo Dori. Ahí encuentro mi primer todo a cien yens: fascinantes e increíbles los artículos que venden, a cada cual más inverosímil. Cae la noche y decido poner fin a la jornada paseando por Pontocho, estrecha callejuela peatonal famosa por albergar casas de té por donde se dejan ver las geishas. La calle está abarrotada de guiris (yo uno de ellos, por supuesto), y aunque muy curiosa, no me dice nada especial... seguro que en otras circunstancias, menos cansado, y cenando allí con los colegas le hubiese encontrado todo su encanto.
En fin, que voy ya pensando en regresar “a casa” cuando cruzo el río Kamogawa (donde veo que los jovenzuelos se reúnen en sus orillas) para terminar en el cruce de Sanjo, donde veo una tienda de discos, comics y dvds (Books Off), que aunque tiene varias plantas, es cutre a más no poder. Entro a ver su tienen un recado que me han hecho y no puede ser, por lo que tiro a salir cuando me encuentro con la sorpresa: estanterías y estanterías de tomos manga a 105 yens el ejemplar! No me quedo apenas porque es muy tarde y estoy reventado, pero me parece que les haré una visitilla antes de partir de la ciudad.
Me meto en el primer Mc Donalds que pillo a dar buena cuenta de un Big Mac, cojo el bus y para el ryokan que el día ha dado mucho de sí. A tener en cuenta que en el cruce Karasumashijo tenía que hacer transbordo de autobús, y he cogido la línea 72, la cual no está incluida en el pase diario (ya decía yo que no salia en mi folletito), por lo que me ha tocado pagar 220 yens para no recorrer apenas nada (de haberlo sabido hubiese terminado a pie, estaba a 15 minutos, pero bueno, ahora ya me la sé). ¡Por fin en mi futon! Me voy a mi habitual “espacio wifi”, eso sí, con el yukata bien puesto (el kimono de algodón que te suelen prestar en los alojamientos japoneses) para evitar nuevos accidentes, y... ¡sopresa! Marcos (kosmar del portal japón) al messenger: dice que cree haberme visrto esta mañana por Kyoto, a lo que le pregunto lo que llevaba puesto y la descripción cuadra... ¡qué casualidad! ¡era el chico de los pantalones cortos! Pero para rematar la faena, es que.... ¡¡estamos en el mismo alojamiento!! Esto sí que es una agradable sorpresa... Acudo a verlo, y ya hemos quedado para el Matsuri de Kurama del día 22, tal y como estaba previsto.
Ato un par de cosillas, y a dormir, que es ya muy tarde y mañana hay que madrugar.
Para cerrar, tres reflexiones:
1)el tiempo es excelente, todos los días en manga corta, como siga así ya veréis el moreno obrero con el que voy a llegar a casa. 2)el trato con los japoneses de momento está siendo excelente, en ningún momento me han mirado mal ni hecho sentirme un gaijin (extranjero), todo son sonrisas y amabilidad, tanto en los establecimientos, como en los templos y la gente de la calle. Lástima no hablar su idioma.... 3)Las papeleras. O más bien la falta de ellas. Ya me habían prevenido de ello, pero es que resulta escandaloso: no hay. No me explico como pueden tener las calles tan limpias (ni un mísero papel en el suelo) sin haber donde tirar las latas de refresco que venden las maquinitas que hay cada dos metros.... Si alguien se quiere hacer rico, que venga a Japón, se dedique a buscar dónde están ubicadas las cuatro papeleras que hay en todo el país, lo indique en un mapa y lo venda. Seguro que todos los que hemos estado ya una vez y vayamos a volver lo compramos cueste lo que cueste...
And next...
- Viernes 4 de septiembre (Día 8 NARA)