Domingo 6 de septiembre

De Japón 2009
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NOTAS

  • Puntos interesantes sacados de un blog:
    • ...cogiendo el shinkansen [desde Kyoto] hasta Hiroshima, que está muy lejos [...] pero con el tren bala son dos horitas cómodamente...
    • ...Al llegar cambio a la línea local JR Sanyo hasta Miyajimaguchi, llegando en veinte minutitos, y al salir de la estación me encaro al embarcadero que está justo enfrente...
    • (Al parecer este viajero fue primero a Miyajima y luego visitó Hiroshima)
    • (Enésima advertencia sobre no llevar papel, mapas o dinero en la mano... por que se lo comen los ciervos)
    • Visita el O-Torii, sube al monte Misen, el Parque Momijidani... ruta a pie o en teleférico... vistas al mar de Seto, que separa la isla principal de Japón, Honshu, de la cuarta en magnitud que es Shikoku... continúa la ascensión recorriendo templos. A la bajada visita el templo de Daishoin...
    • ...Son las 14h50, mágica hora en el día de hoy ya que la marea está a punto de alcanzar su nivel máximo, llegó el momento de entrar al Itsukushimajinja, principal templo de la isla...
    • ...rumbo hacia el puerto para volver a Miyajimaguchi y de allí a Hiroshima...
    • ...En Hiroshima visitar la cúpula de la explosión y el museo... se mueve en tranvía... y que vamos, dejando la historia al lado la ciudad no tiene mucho más.
  • Para ir a Miyajima hay que tener en cuenta la marea:
    • Con marea alta podremos ver el Torii flotante. Con marea baja podríamos acercarnos caminando hasta el Torii, pero según @verleh, eso no es muy espectacular.
    • Predicción para septiembre (gracias a @verleh). De los días que estamos en Kyoto, la marea más alta (3,73m) es el día que tenemos previsto visitar Miyajima, a las 10:36h, por lo que estaría bien ir primero a Miyajima. Lo suyo sería llegar a las 10h, que ya estará a 3,66m, y así tenemos tiempo de hacer muuuchas fotos al Torii flotante :) antes de que vuelva a bajar, luego a visitar el pueblo y los ciervos, y finalmente a Hiroshima (donde como dice una nota anterior, no hay mucho que visitar).
    • La predicción puede cambiar según las condiciones meteorológicas, por lo que estaría bien revisarla poco antes de partir.

EXCURSIÓN A HIROSHIMA

Cuando visitas por primera vez Hiroshima crees que te vas a encontrar una ciudad con cicatrices, profundos surcos que pongan de algún mondo de manifiesto la trágica historia que se asocia al lugar. Pero cuando llegas allí te encuentras con una ciudad jovial, amable y muy acogedora que tiene muy presente su pasado aunque sin rencor alguno y que pone todos sus esfuerzos en que no se repita la tragedia que ellos vivieron.

Desde el 6 de agosto de 1945 Hiroshima es conocida mundialmente por los devastadores efectos de la bomba atómica y esta es la razón por la que millones de turistas visitan la ciudad anualmente. Este peregrinaje tiene su punto de encuentro en el Parque de la Paz y el museo que se hallan en el epicentro de la bomba. A su alrededor la ciudad reconstruida.

El mejor lugar para empezar nuestra visita es la Cúpula de la bomba Atómica – 原爆ドーム Genbaku Dome -, un edificio construido en 1914 que era utilizado para la promoción industrial de la prefactura, pero que resultó ser el edificio más cercano a la bomba que sobrevivió a la explosión. El edificio, que sigue en pié, se mantiene tal y como quedó como recuerdo de la devastación nuclear. En el parque también encontramos uno de los monumentos más tristes, llamado Monumento Conmemorativo de la Paz de los Niños – 原爆の子の像 -. Este monumento se creó en memoria de Sadako Sasaki – 佐々木 禎子 – y los niños que murieron por los efectos de la bomba atómica. La historia de Sadako Sasaki es conocida hoy en día por todos los niños japoneses. Sadako Sasaki se estaba muriendo de leucemia en el hospital, cuando su mejor amiga, durante una visita, empezó a hacer pajaritas de papel. En la cultura japonesa existe un proverbio que dice que a cualquiera que sea capaz de hacer con sus manos 1000 pajaritas de papel – origamis -, le será concedido un deseo. Así que Sadako se unió a su amigo y dedicó sus últimos días de vida a hacer los 1000 origamis. La historia dice que Sadako sólo pudo hacer 644 antes de morir, por lo que sus amigos y compañeros de colegio hicieron los que faltaban hasta llegar a los 1000 y los enterraron junto a su cadáver.

Pero posiblemente la más desgarradora de todas las visitas tiene lugar en el Museo Memorial de la Paz. Se trata de un recinto en el que se nos explica fríamente cómo y dónde cayó la bomba con exactitud y sus efectos posteriores, para después poner a nuestro alcance decenas de pequeñas historias reales de gente que vivió y murió en la tragedia; historias que tienen cara, nombre y apellidos y de las que se conservan pequeños objetos como la ropa, un mechón de pelo o libros escolares, porque entre las víctimas había muchos niños a causa de la proximidad del colegio. Sin embargo, y al contrario de lo que cabría esperar, el tono del museo contiene la justa medida de evocación para que resulte muy poderosa, pero evitando cualquier exceso de morbosidad que provocaría que la visita se hiciera insoportable para la memoria y la sensibilidad del viajero.

Aunque parezca mentira, todavía existe gente viva que sobrevivió a aquel horrible evento. Son los llamados Hibakusha – 被爆者 – . El museo pone a nuestro alcance la posibilidad de conocer a uno de ellos – pidiendo cita previa – que nos explique sus vivencias e impresiones sobre aquel hecho histórico. Sin duda una iniciativa muy pedagógica e interesante.

De todos modos Hiroshima es más que los efectos de la bomba. Su centro hierve de rabiosa modernidad como todas las ciudades japonesas, pese a ser básicamente una ciudad industrial.

Frente a su costa encontramos Miyajima, una isla sagrada que es imprescindible visitar y en la que podemos degustar sabrosas ostras. Pero, posiblemente, lo más curioso para un español, es encontrarse con una ciudad que disfruta ostensiblemente de la gastronomía española –hay muchos restaurante españoles-, de lo que cabe concluir que tienen bastante buen gusto.


MIYAJIMA

Si decidimos visitar Hiroshima es casi una obligación acercarse a Miyajima, una isla sagrada a la que se puede acceder tras unos minutos en ferry. Desde el mar, las vistas del templo Itsukushima Jinja, con su tori flotante –puerta al templo-, están consideradas uno de los paisajes más bellos del archipiélago japonés. Al tratarse de una isla sagrada, antiguamente estaba prohibido nacer, parir y morir en ella, por lo que las mujeres tenían prohibido el acceso y los ancianos eran evacuados para que fallecieran en cualquier otro lugar.

En Miyajima, además de un fastuoso templo que parece flotar sobre el agua cuando la marea está alta, también hay un único y pequeño pueblo que conviene visitar por diferentes razones, tales como los artesanos que muestran su variado trabajo a los turistas y las innumerables delicias culinarias que, al igual que las vistas, se quedarán para siempre en la memoria del viajero. Las ostras son sin lugar a dudas el sello de la isla y, con toda seguridad, lo que más sorprenderá al turista occidental acostumbrado a comerlas al estilo francés. Los japoneses las cocinan de multitud de formas, pero personalmente sugeriría probarlas rebozadas. Se trata de un plato delicioso, crujiente en su exterior, meloso y suave en su interior, que gustará a todo el mundo, incluidos los que detestan las ostras.

Aunque puede que lo más espectacular sean las galletas con forma de hoja de arce que se fabrican por todo el pueblo, a la vista de los paseantes, sirviéndose de unos artefactos muy curiosos. Las tradicionales están rellenas de pasta de judía roja dulce, pero en la actualidad también se pueden encontrar rellenas de chocolate o queso – aunque me temo que los japoneses todavía tienen que perfeccionar mucho su chocolate -. Paseando por la playa, por los alrededores del templo o por el castillo, se encuentran una gran cantidad de ciervos que se cruzan de forma natural con la gente, al igual que ocurre en Nara. Hay que tener cuidado con ellos porque, acostumbrados a que les ofrezcan comida, son capaces de morder y llevarse cualquier cosa que tengáis descuidadamente en las manos, aunque no sea comestible, como un mapa, algo de ropa…

Pese a esto, la presencia de los ciervos es muy agradable, puesto que se dejan acariciar, no son nada violentos y reflejan la armonía del encuentro entre la vida salvaje y la civilización. Los más deportistas pueden subir a la montaña sagrada de la isla, Misen san, a cuya cima se llega en unas dos horas andando y desde la que se puede ver el precioso paisaje del templo y el mar. En la cima hay una importante colonia de monos que justifican por si mismos la excursión, pero, a diferencia de los ciervos, es importante no acercarse a ellos ya que pueden ponerse violentos.

Por último, si seguimos el camino de la montaña un poco más, llegaremos a un grupo de pequeños y preciosos templos construidos en honor a Kobo Daishi –un famoso monje budista, pintor y poeta-. En uno de estos templos hay una llama que, según cuentan, lleva 1.200 años encendida y que cura las enfermedades de aquel que se tome un té de la tetera que cuelga sobre ella, según una antigua leyenda. La magia que envuelve la isla de Miyajima, con su mezcla de naturaleza en estado salvaje y civilización, la transforma en un enigmático destino, casi obligado para todos aquellos que gustan de los contrastes sin estridencias.

Existe algo de espectacular en los paisajes de esta isla que difícilmente queda plasmado en las fotografías: hay que estar allí, hay que pisarla para verlo.


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