Sobre el transporte
Otra tema importante es asegurarse el transporte por el interior de Japón, que resulta caro en comparación con los demás gastos ordinarios.
Para viajar entre ciudades desaconsejo alquilar un coche. Por supuesto, se puede hacer y seguramente será una gran aventura, pero, si no se habla japonés, la parquedad de las indicaciones en los carteles de la carretera, incluso estando la mayoría de las veces también en nuestro alfabeto, ocasiona frecuentes errores. Y lo mismo ocurre dentro de las ciudades, porque, aunque parezca mentira, la mayoría de calles no tienen nombre, cosa que dificulta extraordinariamente orientarse. Así pues, la solución es utilizar el transporte público, que en Japón es muy rápido y cómodo, – o conseguirse un buen GPS políglota, pero conste que sería una lástima, porque una parte muy importante de Japón se percibe en los trenes y en la idiosincrasia de los viajeros, fascinante desde muchos y diferentes puntos de vista -.
Viajar en tren – 電車 pronunciado densha – es muy conveniente para un turista y más rápido que un coche, pero también es caro. Sin embargo conviene tener presente que existe una especie de ‘InterRail’, sólo para turistas, que permite viajar por toda la isla sin límites – la empresa que los comercializa se llama Japan Rail – y que sólo se pueden solicitar desde el extranjero, así que hay que tramitarlo antes de partir. El Japan Rail Pass te permite coger todos los trenes de esta compañía, ya sean trenes normales, trenes bala – 新幹線 pronunciado shinkansen – , metros urbanos – 地下鉄 pronunciado chicatetsu -, e incluso algunos ferries. Además se pueden comprar modalidades válidas para 1, 2 o 3 semanas. Evidentemente no siempre sale a cuenta el JR pero, por lo general, si además del de ida y vuelta al aeropuerto se hace algún otro viaje dentro de una misma semana, ya vale la pena adquirirlo. JR te permite reservar asientos en trenes de larga duración, con la ventaja de que todos los empleados que venden billetes hablan inglés y te indicarán cómo encontrar el andén sin problemas – hay estaciones realmente complejas -.
Para el transporte dentro de la ciudad lo más cómodo suele ser el metro. El precio del billete varia según el número de estaciones y la compañía que gestione la línea. En todas las estaciones hay unos carteles con el mapa del metro y el precio que hay que pagar junto al nombre de cada estación; la mayoría de estos carteles están en Japonés, pero casi siempre hay uno escrito en romaji –nuestro alfabeto- aunque a veces esté un poco escondido. Para pagar hay unas máquinas que se pueden poner en inglés fácilmente y no tienen ninguna complicación, pero si de todas formas no nos aclaramos, siempre se puede coger el billete más barato y pagar la diferencia al salir. Los japoneses utilizan PASMO, unos pases con una duración de 1, 3 o 6 meses, pero poco útiles para las estancias turísticas, que no suelen ser tan largas.
Una cosa muy importante a tener en cuenta en el metro es que las estaciones pueden tener más de 60 salidas. Siempre que os den un mapa o indicaciones para moverse en transporte público, os señalarán una estación – por ejemplo Shibuya – y luego un número de salida y posiblemente una letra – como 8C -. Un occidental puede tener la tentación de salir a la calle y buscar por fuera la salida: craso error, porque infaliblemente os perderéis. En Japón hay que ser disciplinado, como los japoneses, y seguir dócilmente las instrucciones que os den, porque de lo contrario pasareis el día perdidos, tratando, sin el menor éxito, de comprender un mapa repleto de calles sin nombre. Los autobuses también son algo peculiares. Se sube por la parte de atrás, donde se coge un ticket con un número. Dentro del autobús suele haber un panel en el que se indica el precio del trayecto para cada número y se paga al salir en una pequeña máquina en la que hay que introducir el precio exacto. Si no se dispone de monedas, casi siempre hay otra máquina que da cambio, y el conductor sólo comprueba que todo el mundo pague.
Por su parte los taxis son un poco caros pero muy útiles, sobre todo de noche, cuando ya ha cerrado el metro. Resulta curioso que el taxista te abra la puerta automáticamente y que muchos de ellos estén adornados con puntillas de ganchillo – sí, como las de la abuela -, eso por no hablar de las formas ochenteras de los coches… Pero, a la postre, lo más importante para moverse por Japón quizá no sean los medios de transporte, sino encontrar el camino de regreso al hotel. En efecto, como ya hemos dicho, la mayoría de las calles no tiene nombre, cosa que dificulta horrores orientarse. Cuando lleguéis a un hotel veréis en recepción 2 tipos de tarjetas: unas en inglés y otras en japonés. No cometáis el error de guardaros únicamente la que está en inglés: hay que hacerse con una de cada. La razón es muy simple: la que está en inglés os ayudará a vosotros a encontrar el lugar por vuestros medios, pero la que está en japonés es la que deberéis enseñarle al taxista, o a cualquier persona a la que preguntéis por el hotel – a la mayoría de japoneses les cuesta una enormidad leer nuestro alfabeto -. Además, todas las tarjetas tienen un pequeño mapa por la parte de atrás que va de muerte cuando te has perdido.