Mi madre es una estupenda cocinera, creo que ya lo he dicho alguna vez por aquí. Con la comida del día a día, supongo que cada uno prefiere las cosas de la manera que siempre las ha comido en su casa, pero mi madre es un as de los postres. En mi casa nunca se ha comprado helado en el súper, los hacía ella. Y pasteles de cumpleaños, y pasteles con cualquier otra excusa, y galletas, y magdalenas, y croissants, y…
Yo pensaba que no había heredado esa afición, en parte porque como ella los hace tan bien, parecía difícil superarla, y en parte porque como a ella le encanta cocinar, yo me ahorraba el trabajo (aunque más de una vez le hecho de pinche, eh?). Pero cuando invité a mis amigos de la Universidad a cenar a casa, se me ocurrió preparar un pastel, para no ofrecer el típico postre comprado, así que le pedí a mi madre una receta facilita, y salió el pastel de queso (con su momento de pánico incluido porque mi horno es una mierda y la masa tardó en subir tres veces más de lo indicado en la receta… luego he descubierto que le pasa sólo con ese pastel, que no lleva apenas harina, con el resto respeta los tiempos).
Desde entonces, de vez en cuando cuando voy a casa de mis padres le pido a mi madre alguna receta facilita, para ocasiones especiales (por ejemplo cuando vinieron mis padres y los de Salva a cenar a casa les hice el bizcocho de plátano). Mi madre saca una de sus libretas de recetas (la que pone “Bizcochos y galletas”), con su letra ilegible y su total ausencia de signos de puntuación (es entrañable), buscamos algo que me llame y yo me apunto la receta a mi manera.
Pero últimamente no necesito ocasiones especiales, hay días en que simplemente me apetece preparar algo. Es más, cocinar me relaja porque hace que durante un rato me olvide de otras cosas y me concentre en que aquello me salga bien.
El martes mis padres estuvieron en Barcelona (de momento siguen viviendo en Cunit, creo que la semana que viene ya volverán a establecerse en Barna) y aproveché para ir a verles, yo estaba agobiadísima por el trabajo (principalmente por esto, pero el martes se juntaron otras cosas) y me desahogué cuanto pude, ellos aguantaron el chaparrón e intentaron animarme, y cuando estaba a punto de irme, me acordé de la libreta y pensé que me iría bien preparar un pastel para relajarme (como ayer era festivo en Barcelona tendría tiempo de prepararlo). Mi madre me sugirió un pastel de manzana y yo todavía no entiendo cómo, con lo que me gustan las manzanas, todavía no había preparado ninguno, así que lo apunté rapidito, y ale, ayer tocaba fotoreceta nueva.
Aitor, no sufras, que Eva Arguiñano siempre dice que los postres caseros no engordan 😉
En este piso no porque como decía, el horno es una mierda (venía en el paquete), pero en nuestro futuro piso 2.0 (tranquilos, de momento ni existe :P) pienso poner una cocina como Jobs manda, con su buen horno (cómo me pone la pirólisis! :P), su vitrocerámica decente, su gran encimera… y pienso volver a hacer galletas y atreverme con más cosas… Por cierto, de la cocina diaria se encarga el vecino, que es un artista! (en el trabajo todos me envidian porque aunque me he independizado, me siguen preparando la comida del tupper… ains, qué mono es mi niño!)