Estoy en mi comedor, lleno hasta los topes de trastos, viendo el Bon Dia, Catalunya Els Matins de TV3, flipando con lo que me he ahorrado hoy (hay pollo en Renfe, para variar) y esperando que mañana vaya mejor, porque será mi primer día como mataronina trabajando en Sant Cugat (me tendré que encomendar al santo patrón del transporte, día sí y día también… existirá? Quién será?), y escribiendo desde el iBook de Salva…

Desde que tenemos las llaves del piso, hemos ido comprando cosas y trayendo las que ya teníamos, y solíamos pasar aquí los fines de semana. Pero no ha sido hasta este último que hemos dado el paso, aprovechando que era un fin de semana largo y que precisamente hoy nos traían los muebles de las habitaciones (y por eso estoy yo aquí, esperando a que vengan los montadores, me he pedido el día de mudanza en el trabajo).

Salva, de hecho, lleva viviendo aquí desde el martes, ya que el miércoles tenía que salir prontito hacia el aeropuerto, y como sus padres no estaban en casa, le daba igual dónde dormir. En cambio, mis padres llevan en Barcelona desde el lunes pasado, después de estar todo el verano de pingo. El jueves al salir del trabajo me puse a hacer la maleta, menos mal que me ayudó mi madre porque qué agobio, no sé de dónde sale tanta ropa! He de decir que esto fue una terapia de shock para mi síndrome de Diógenes, ya que tiré un montón de ropa que hacía años que no me ponía (mi madre se negaba a custodiármela, y tuve que sucumbir a la realidad: la ropa que me he quedado apenas cabe en mi miniarmario, como para guardar más!).

El viernes le llegó el turno a mis cosas. Mientras mis padres pintaban (sí, no tenían otro fin de semana para pintar la casa, así que he recogido entre plástico, periódicos y cajas, muchas cajas), yo iba metiendo mis cosas en una caja. Estuve toda la mañana, y mi habitación daba un poco de pena tan vacía… No lo cogí todo, por ejemplo los libros y DVDs se han quedado allí, de momento, ya que los tendría por aquí tirados y mejor los recojo cuando tenga la estantería montada (bueno, hay un DVD, un CD y 2 libros que se han venido conmigo… adivinad cuáles son: los libros son la versión en castellano e inglés de una misma historia, el DVD es la película y el CD la banda sonora :P). Después de comer, cargamos el coche (hasta los topes!) y vinimos hacia Mataró. Tuve que llevar yo el coche (con mi padre gritándome al lado) porque a mi padre le había caducado el carnet de conducir el día antes, qué miedo!

Una vez aquí, metí la ropa en el armario (a presión) y el resto lo dejé en la caja. Salva y yo vimos los dos últimos capítulos de A Dos Metros Bajo Tierra (tema para otro post, pero sólo diré una cosa: lágrimas a chorro), que teníamos pendientes desde hace tiempo, mientras cenábamos, y nos fuimos a dormir prontito.

El sábado tocaba volver a Ikea a devolver el resto del armario. Cualquiera pensaría que siendo puente, no habría tanta gente, no? Pues no, amigos, aquello era horrible! Por suerte, en atención al cliente iban rápido y en media hora despachamos el armario (curiosamente, con la misma chica que nos atendió la semana pasada). Volvimos a entrar a la exposición para buscar no sé qué, acabamos con un salvamanteles y un colador, y como se nos hizo la hora de comer, probamos los fantásticos menús de Ikea (los perritos son enanos y no están muy allá, pero el rollo de salmón está bastante bien, y el helado está buenísimo!).

Fuimos a casa de mis padres a devolverles las maletas (son mías, pero me las custodian ellos… más que nada porque, sobre todo la grande, las usan más que yo!), y de vuelta, paramos en el Akí de Mataró a mirar armarios de resina para poner en la terraza, compramos un armario escobero y un zapatero. Llegamos a casa, pero no los montamos porque ya era tarde. En lugar de eso, pusimos una lavadora.

Tenemos una lavadora-secadora (venía con el piso) todo en uno, pero no se puede meter la ropa y darle al programa lavado+secado, porque la capacidad de la secadora es menor (es decir, hay que secar la ropa en 2 mitades). Así que pusimos el programa de lavado, cuando acabó sacamos la mitad de la ropa y la extendimos en el tendedero, y para el resto, el programa de secado, con el tiempo que viene por defecto (20 minutos). Pasados 20 minutos, la ropa seguía húmeda… Pusimos 20 minutos más, y luego otros 20, y al final la ropa quemaba pero seguía húmeda… Teníamos que irnos a cenar, así que la extendimos como pudimos por la casa (el tendedero portátil no es muy grande, tenemos que poner cuerdas en la terraza) y nos fuimos. A posteriori, creo que el error fue ponerle el programa delicado, tanto en el lavado como en el secado (ya nos extrañó que en el manual pusiera que el algodón debe lavarse con el programa delicado, pero lo seguimos al pie de la letra), ya probaremos otra vez. Ei, al menos no acabamos con la ropa rosa por un calcetín mal colocado! 😛

El domingo nos levantamos pronto, pues los padres de Salva nos habían invitado a comer y teníamos que montar los muebles de resina. Empezamos por el zapatero, que era más pequeño. Las instrucciones son más crípticas que las de Ikea, pero completamos con éxito los 6 primeros pasos. El siguiente consistía en poner las 10 barras donde se apoyan los zapatos… pero dónde están? Yo no los veo, y tú? Pues no están, vaya plan. Bueeeeno, montemos el armario! Pero antes de empezar, asegurémonos de que están todas las piezas! Lo sacamos todo de la caja (por cierto, en ambos casos la ubicación de cada pieza dentro de la caja era toda una obra de ingeniería, es imposible volver a meterlo todo dentro!), lo extendemos por el suelo, nos miramos el listado de material del manual… y nos faltan 2 piezas (las bisagras de 2 puertas). Pero qué posibilidades hay de que al comprar 2 armarios, te falten piezas en los dos? Pues nada, la mañana perdida. Esta tarde iré al Akí con los manuales, espero que acepten abrir una caja y darme las piezas que me faltan, porque como me obliguen a llevarles los muebles y cambiarlos, los llevaré, sí, pero me devolverán el dinero y pediré la hoja de reclamaciones! Porque las dimensiones de las cajas son considerables, y meterlas en el coche de Salva también fue toda una obra de ingeniería!

La comida en casa de los suegros estuvo bien, amenizada por una avispa pesada (no sé qué pasa, cuando voy yo y comemos en la terraza, siempre vienen avispas a molestar, tuvimos que meternos dentro a mitad de la comida), una sobremesa agradable, los padres de Salva nos explicaron su viaje por España (de congreso en congreso médico) y les enseñamos mi iPod Touch (el hermano de Salva se apropió de él un buen rato :P)…

Al volver a casa, decidimos probar la plancha que compramos la semana pasada (una Polti, de las de vapor con caldereta separada). Me leí todo el manual, llené la caldera de agua destilada, la encendí, esperé a que se apagara el piloto correspondiente, le di al botón de vapor de la plancha… y nada. Probamos un montón de combinaciones, pero no había manera de que saliera vapor de esa plancha. Llamé a mi madre, que tiene la misma plancha, para preguntarle si hacíamos algo mal, pero la puse exactamente como la tiene ella y seguía sin salir vapor. Por suerte, todavía no hace 15 días que la compramos y estamos a tiempo de cambiarla, pero menuda murga. Como Salva sale tarde de trabajar y la compramos en Barcelona (en los bazares del puerto, aquello ya no es lo que era, pero bueno), se la llevamos a mis padres y esta semana me acompañarán un día después del trabajo.

No sé cuál sería el resumen del fin de semana… Por una parte, me encanta estar viviendo ya en nuestro piso. Por otra, no se puede tener más mala suerte: 2 armarios incompletos, una plancha que no funciona, una lavadora difícil… Espero que los muebles (que ya me están montando, han llegado mientras escribía el post) queden bien! De momento lo que he visto me ha gustado 🙂

Aquest post es va publicar el Monday, 15 de October de 2007, a les 12:00, i està arxivat a ira contenida i that's life. Podeu seguir les respostes al post a través del feed RSS 2.0. També podeu deixar un comentari, o bé fer un trackback des de la vostra pàgina.